Daniel Aguilar, Destellos de luna. Pioneros de la ciencia ficción japonesa, Satori, 2016.
403 páginas.
Daniel Aguilar nos propone en este completo volumen un paseo por los orígenes de la ciencia ficción japonesa en la literatura y el cine, desde sus inicios hasta 1964.
Tras dos secciones cortas que hacen la suerte de introducción, el capítulo «La ciencia del imperio contra el peligro blanco» traza los inicios de la ciencia ficción literaria en Japón en el contexto del imperialismo y el desarrollo de la tecnología militar a principios del s. XX. Repasando las obras de Oshikawa Shunrō (1876-1914) y otros contemporáneos suyos, nos ofrece un panorama de cómo los herederos de Julio Verne en Japón imaginaron el rol del país en la palestra internacional, y cómo sus historias de aventura y exploración financiaron el primer boom de revistas juveniles japonesas.
El otro vector que recorre el capítulo está íntimamente relacionado con el modernismo y las intersecciones de la ciencia ficción con la literatura de misterio. Los protagonistas principales de estas páginas son autores como Edogawa Ranpo (1894-1965), Unno Jūza (1897-1949) y muchos otros relacionados con la revista Shin seinen.
El capítulo siguiente contiene una breve biografía de Unno Jūza, una bibliografía comentada de unas 65 entradas correspondientes a sus obras relacionadas con la ciencia ficción, y tres de sus relatos traducidos por primera vez: «Atrapados» («Fushū», Shin seinen, junio de 1934), «La primera prisionera del espacio» («Uchū joshū dai-ichi-gō», 1938) y «Los que acechan la Tierra» («Chikyū o nerau mono», 1939). La selección nos permite apreciar la variedad de la obra de Unno, que toca muchos de los temas clásicos del género como la modificación del cuerpo humano («Atrapados»), el primer contacto con alienígenas («La primera prisionera del espacio») o la invasión extraterrestre («Los que acechan la Tierra»), todos con el punto justo de humor negro que caracteriza la literatura popular de los años treinta en Japón.
La segunda parte del libro, que empieza con los bombardeos nucleares de 1945, se centra más en el mundo audiovisual. Por sus páginas se pasean los primeros monstruos gigantes kaijū como Godzilla (Gojira, 1954), experimentos científicos de consecuencias imprevistas como el Hombre Invisible (Tōmei ningen, 1954), o el primer superhéroe original de la TV japonesa (Gekkō kamen, 1958-1959).
Cabe destacar que el volumen contiene también 122 páginas de ilustraciones, muchas de ellas a color, sobre todo de material relacionado con el cine, y una completa filmografía comentada con 135 entradas que cubren el periodo 1921-1964.
Destellos de luna es un libro de referencia ideal para descubrir docenas de nuevos autores y películas, y entender cómo usaron la ciencia ficción para reflexionar sobre el presente y el futuro de la Humanidad, desde sus respectivos momentos históricos.
Espero que Daniel Aguilar se anime algún día a escribir una continuación que presente con detalle la magnífica generación de autores de ciencia ficción que debutaron en los sesenta, como Hoshi Shin’ichi (1926-1997), Mitsuse Ryū (1928-1999), Komatsu Sakyō (1931-2011) o Tsutsui Yasutaka (1934-).