Abe Kōbō, Encuentros secretos, Eterna Cadencia, 2014.
(Mikkai, 1977)
Traducción de Ryukichi Terao.
224 páginas.
Una noche, una ambulancia de urgencias se lleva a la mujer de un hombre, aunque nadie ha dado ningún aviso y ella no se encuentra enferma. Tras este inexplicable suceso, el protagonista se verá enfrascado en la búsqueda desesperada de su mujer por las entrañas de un retorcido hospital, donde se cruzará con una serie de personajes que convertirán su misión en una surreal aventura plagada de misterio, situaciones esperpénticas y experimentos enfermizos, desentrañando una red de tráfico de experiencias sexuales al más alto nivel.
Los que estén acostumbrados al Abe Kobo de La mujer de la arena pueden sorprenderse ante semejante argumento, pero no tengan miedo, en esta novela pueden encontrar los mismos elementos que definieron su obra más conocida para el público de lengua española, aunque a una escala hiperbólica.
Abe plantea una realidad hipotética en la que el hospital funciona como una sociedad separada del mundo real, pero que interactúa con él mediante el negocio de los “encuentros secretos”, una serie de grabaciones clandestinas de encuentros sexuales, a la antigua usanza del tráfico de vídeos pornográficos grabados y regrabados. El hospital se asemeja a una ciudad (en tamaño y diseño urbanístico) autosuficiente gobernada por los médicos, que disponen de los enfermos como carnaza, sometidos a sus enfermizos experimentos sexuales.
El personaje protagonista no tiene nombre, del mismo modo que la persona que le insta a recoger por escrito el desarrollo de la búsqueda de su mujer recibe el nombre de “el caballo”. Mientras el protagonista escribe en cuadernos sus recuerdos y transcribe las grabaciones a las que ha sido sometido, abandona su “yo” para convertirse en “el hombre”. Abe juega con la despersonalización del protagonista al forzarlo a narrar en tercera persona sus experiencias, forzándolo a observarse desde lejos como camino hacia el reencuentro con su mujer.
Contar demasiado supondría desvelar una creciente intriga, en la que el autor inicia una novela de misterio detectivesco para posteriormente tornarla en distopía a pequeña escala (con elementos muy actuales como el consumo de pornografía a través de redes de intercambio de información), salpicada de momentos hilarantes y perturbadores que acaban por convertir la búsqueda de la mujer en un pretexto para mostrarnos la oscuridad de esa sociedad-hospital donde todos estamos a merced de los médicos.
Eterna Cadencia sigue descubriéndonos a ese maravilloso, e injustamente poco reconocido, autor para el público de lengua española que es Abe Kobo. Estamos sin duda ante una novela compleja, de una perturbadora riqueza estética, fecunda en símiles y metáforas casi perceptibles orgánicamente, hipnótica y muy recomendable, no solo para los amantes del autor, sino para cualquier lector ávido de descubrir nuevos mundos. Mundos alternativos que, aunque terroríficos, en ocasiones se demuestran proféticos.
Como referencias literarias, se ha comparado al Abe de esta obra con Orwell. Nos aventuramos a recomendar su lectura a los seguidores de autores como Tsutsui o J.G. Ballard; y cinematográficamente podríamos buscar paralelismos entre Encuentros siniestros y algunos trabajos de Tsukamoto Shinya, o ese mundo de la “nueva carne” explotado por David Cronenberg en sus inicios.