«Karma»
Osanai Kaoru, 1909
No sé por qué a los actores nos suceden este tipo de cosas. Lo que voy a contar a continuación es una historia real que le ocurrió a uno del gremio.
Hará cosa de diez años, este actor se encontraba de gira por la antigua provincia de Kaga y pasó un tiempo en la ciudad de Kanazawa, donde estaba llevando a cabo su función. En la posaba donde se alojaba, vivía una joven de diecinueve años con la que, en algún momento, entabló una relación profunda. Como el actor tenía que seguir viajando por trabajo, terminaron despidiéndose en medio de amargas y tristes palabras. Abandonó Kanazawa y siguió de viaje en viaje. Aunque, según parece, no volvió a recibir noticias de la joven, mucho tiempo después escuchó una historia sobre esa muchacha y sintió verdadero terror.
Parece que la chica terminó llevando la semilla del actor y dio a luz una niña, aunque algo salió mal y, tras un parto muy complicado, el bebé falleció a los tres días. La madre murió poco tiempo después a causa de una muy difícil convalecencia.
Pero como el actor no podría haberse imaginado esto ni en sueños, continuó su viaje como si nada.
En un momento de su gira, llegó a una posada desconocida, donde la sirvienta al recibirle sacó dos cojines para sentarse y colocó frente a ellos dos bandejas individuales, a lo que el actor le llamó la atención:
– ¡Eh! Que solo soy uno…
La sirvienta lo miró con gesto extrañado y le preguntó:
– ¿Y su acompañante?
El actor pensó que era raro, pero que tampoco era para tanto. No ocurrieron más cosas poco habituales, así que, sin darle demasiada importancia al asunto, continuó su gira por el resto del territorio hasta regresar, tras mucho tiempo, a Tokio. Nada más llegar, una persona le presentó a una chica que, con el tiempo, se terminó convirtiendo en su esposa.
Un día, la joven pareja fue a comer a un restaurante y, de nuevo, la sirvienta sacó tres cojines para sentarse, lo que al actor le pareció raro. Como la esposa estaba ahí mismo con él, lo hizo pasar como una pequeña broma si importancia.
Ya entrada la noche, pasearon juntos por una callejuela solitaria hasta la entrada de su casa. Justo cuando iban a entrar, y pese a que no había nadie, la puerta se abrió sola sin emitir ningún sonido. Él sintió un escalofrío pero, por suerte, su esposa pareció no darse cuenta de nada. Se forzó a sí mismo a mantener la compostura, entraron y se acostaron sin que esa noche sucediera nada más.
Un tiempo después, una noche de verano, tumbado en el salón leyendo una novela por capítulos del diario Miyako Shinbun, se le heló la sangre cuando apareció en un abrir y cerrar de ojos la imagen del fantasma de la joven de Kanazawa en la ilustración del relato que mostraba una visita al templo Zenkōji.
En ese momento, su esposa pegó un grito, y al mirarla vio que se sujetaba el pelo con la mano derecha, como si alguien la estuviera tirando de él, para después perder el conocimiento y caer al suelo. Cuando miró la mano derecha de su esposa, percibió que el pulgar estaba torcido hacia dentro. Finalmente, entre varios consiguieron que poco a poco la mujer recuperara el conocimiento.
El actor comentaba que esta fue la primera vez que experimentaba algo tan horroroso, y también añadió que no cree que se tratara de un espíritu atormentador, como los típicos espíritus vengativos, sino simplemente del deseo de aquella chica de hacerle conocer la noticia de su muerte.
Reblogueó esto en Paseos Intersticialesy comentado:
Karma