Aiba Hideo, Furueru ushi (Vacas que tiemblan), Shōgakukan, 2012.
Uno de los éxitos recientes de la novela económica en Japón fue esta novela de Aiba Hideo, que usa el género policiaco para reflexionar sobre algunos de los problemas actuales de la economía de consumo japonesa.
La acción empieza cuando el agente Tagawa Shin’ichi decide revisar un caso sin resolver de dos años atrás: dos hombres asesinados durante un robo en un local del barrio de Nakano en Tokyo. Al mismo tiempo, la periodista Tsuruta Masumi investiga los negocios de Ox Mart, cuyos centros comerciales y productos de bajo coste se están extendiendo por todo el país. Los caminos de Tagawa y Tsuruta se cruzarán y les llevarán a visitar las ciudades de Sendai y Niigata, para descubrir qué se oculta tras las muertes de Nakano.
Como apunta el título de la novela (que algunos calificarán de spoiler en toda regla), uno de sus hilos conductores principales es la seguridad en la producción y consumo de alimentos. Aiba intenta ir más allá del puro sensacionalismo, haciendo que sus protagonistas investiguen las causas estructurales de los crímenes concretos que se encuentran. Además de la codicia individual, la novela apunta a las condiciones del capitalismo globalizado moderno como catalizadores, en un contexto de desigualdad creciente y miedo a las consecuencias desconocidas del desastre nuclear de Fukushima de 2011, que plana sobre cada escena como un fantasma aterrador. Lejos de proponer soluciones revolucionarias, la obra tiene una pátina sombría, puesto que deja muy claras las limitaciones de sus protagonistas al enfrentarse a un problema de tal escala.
El otro gran tema de la novela es la desaparición de los negocios familiares fuera de Tokyo. Durante sus viajes por Japón, los personajes comentan en varias ocasiones cómo la proliferación de centros comerciales ha afectado al comercio local. Es evidente que Aiba, nacido precisamente en Niigata, una de las ciudades por donde pasan los protagonistas, está profundamente preocupado por la uniformización del tejido económico de las regiones japonesas a base de megacentros comerciales intercambiables, sin más personalidad que el bajo coste. Furueru ushi describe en esas escenas los efectos de la derogación en el año 2000 de la «Ley de grandes superficies comerciales» (Dai kibo kouri tenpo hō), que obligaba a cualquier establecimiento nuevo de más de quinientos metros cuadrados a obtener el permiso de la asociación de comerciantes locales antes de abrir.
En contraste con la complejidad de sus temas, la obra está escrita para facilitar al máximo su lectura. Cada capítulo se divide en escenas numeradas de pocas páginas, casi como pensadas para que hasta el viaje más corto en metro nos permita leer una unidad narrativa completa sin perder el hilo. Pese a que la acción va saltando de un escenario al otro, el cuaderno del agente Tagawa nos sirve como guía, a medida que le vemos anotar con precisión nuevos indicios, tachar pistas falsas y combinar de una en una las piezas del puzzle.
Furueru ushi fue adaptada a la televisión (WOWOW, verano de 2013), con Mikami Hiroshi, Fukiishi Kazue y Sano Shirō como actores principales.