Los 47 Capitanes, edición de 1908 (izquierda) y la nueva edición de Satori, llamada esta vez 47 Ronin (derecha)
Satori publica este enero la reedición de 47 ronin, la novela más popular de Tamenaga Shunsui II (1818-1886) y la versión más generalizada en occidente de lo que en Japón se conoce como Chūshingura, la ficcionalización del episodio histórico en el que se basa la novela, el incidente de Akō. Como viene siendo habitual en Satori, la edición es un regalo a los bibliófilos: a un diseño y una maquetación muy mimadas se añade la versión ahora en color de las 51 láminas que reproducen la serie de grabados Seichū gishi den (Historia de la lealtad de los fieles samuráis, 1847-48) de Utagawa Kuniyoshi. Por si fuera poco, acompañan a la novela una serie de apéndices bibliográficos que amplían la experiencia lectora: los prólogos a la edición original en inglés de 1880 y a la española de 1908, un texto de Jesús Palacios sobre la evolución a lo largo de la historia de las múltiples versiones de los 47 ronin, un fragmento de El Japón heroico y galante de Enrique Gómez Carrillo, bohemio noventayochista que introdujo la obra al mundo hispanohablante, y un breve estudio acerca del harakiri algo apolillado de A. B. Mitford, que contribuyó a la popularización junto con Ernest Satow en Occidente de la ficción japonesa con la publicación de Tales of the Old Japan en 1871, primera ocasión en la que se da a conocer esta historia.
El argumento, aunque ya conocido, se puede volver a resumir aquí: Kira Yoshinaka, antiguo maestro de ceremonias del shogun, acoge a dos daimios, el señor de Akō Asano Naganori, y el señor de Tsuwano, Kamei. Por alguna razón que no está canónicamente consensuada, Kira ofende a Asano hasta el punto que éste atenta contra él, logrando sólo herirle. El daño, sin embargo, es irreparable: el shogun condena al señor de Akō, que acaba quitándose la vida, y arrebata territorio y riquezas a su clan, que termina disuelto. Los samuráis que tenía Asano a su mando se convierten en ronin, guerreros sin amo, y son condenados al ostracismo o a buscar empleo como mercenarios. Un grupo de estos samuráis desclasados deciden permanecer leales al clan ya desaparecido y prometen en secreto vengar a su señor. Esperan dos años a que se disipe cualquier posibilidad de sospecha sobre sus planes, y una noche de invierno, 47 de ellos, los que todavía guardaban su palabra, atacan la fortificación de Kira con fin de darle muerte. El resultado de su asalto queda reservado a los lectores de la novela. Si alguien está interesado en ampliar detalles históricos sobre el episodio, le recomiendo este artículo de Jonathan López-Vera en su web Historiajaponesa.
El incidente de Akō ha pasado a la posteridad como el ejemplo preferido para ilustrar y divulgar interpretaciones nada inocentes ni inocuas de lealtad y sacrificio. En ocasiones también ha sido usado como un mito nacional fundacional, por lo que no está exento de polémica. Tan interesante como el argumento es la historia detrás de cada Chūshingura, como bien explora Jesús Palacios en su artículo. Si echamos cuentas, llegamos a la conclusión de que esta edición de enero de 2017 de Satori es una versión al menos de quinto nivel. Primero, porque es una reimpresión de una primera versión que publicaron en 2015, ahora con los grabados en color. Ambas están a su vez basadas en la edición publicada por la Librería Fernando Fé de Madrid en el año 1908, llamada entonces Los 47 capitanes: Novela trágica. A pesar de que esta última afirma ser una traducción directa del japonés, lo más probable es que se trate de una adaptación de The Loyal Ronin, traducida por Shiuichiro Saito y Edward Grey y publicada por Putnam, que, esta sí, viene directamente de la obra original en japonés de Shunsui II, Iroha Bunko. Aún podríamos estirar más la cuerda y ver que Shunsui II había configurado su novela basándose en los escritos al respecto de su maestro del mismo nombre, Tamenaga Shunsui I (1790-1844). Pero es que éste también había compilado su particular versión del incidente de Akō a su manera, pero como esto ya se enmarca dentro de lo que es la tradición Chūshingura, podemos detener aquí la excavación arqueobibliográfica.
Lo cierto es que, a pesar de ser un producto entretenido y una historia de aventuras clásica, tal y como desde finales del s. XIX hasta la actualidad la han querido vender sus múltiples editores, tanta reedición pasa factura. Si ya la primera edición en inglés venía con el orden de los capítulos y un buen número de detalles adaptados para que el público occidental pudiera digerir mejor la trama, la versión española de Gómez Carrillo se hace eco de los cambios y añade distancia del original con su estilo lingüístico algo rimbombante y trasnochado. Si bien este castellano de opereta imprime un sabor avejentado que recuerda a las clásicas ediciones del género de aventuras como Robin Hood o La isla del tesoro y que le sienta bien al estilo de obra que es 47 ronin, no puedo dejar de pensar que a estas alturas podría haberse optado por lograr el mismo efecto mediante una traducción directa del original japonés, corrigiendo de paso los defectos de ediciones anteriores, y dignificando el papel y el valor de los traductores como se ha hecho con tantas otras obras en los últimos años, en vez de repetir la mala práctica editorial de mediados del siglo pasado de servirse de traducciones al francés o al inglés para la versión en español.
El mejor tributo a la tradición Chūshingura hubiera sido, seguramente, añadir una versión original al catálogo.