«Alarido» (“Daikyōkan”, 1909)
Iwamura Tōru (1870-1917)
Esta es también una historia americana de fantasmas.
Hace tiempo, se contaba una historia muy extraña acerca del trayecto en tren por Estados Unidos que parte desde San Francisco hacia el centro del país. A su paso por el interior de las Montañas Rocosas, la zona estaba repleta de aldeas, lugares completamente apartados, algo que, incluso en la actualidad, no inspira buenas sensaciones.
El trazado de las vías se había construido de manera poco profesional y negligente, lo que producía con frecuencia descarrilamientos durante el recorrido del tren, a lo largo del borde de un alto acantilado o a su paso por un puente que cruzaba un profundo valle, catástrofes en las que innumerables personas sufrían una muerte violenta.
Un día, el tren de vapor cruzaba por aquella zona y, en una zona despoblada del interior de las montañas, se divisó un gran grupo de personas muy alborotado. El maquinista hizo sonar tres o cuatro veces el silbato para que tuvieran cuidado, pero como ellas, sin mostrar preocupación alguna, no se movieron ni un poco, el maquinista no tuvo más remedio que seguir la marcha. Al pasarlas de largo, pronto dejaron de verse sus siluetas pero, de algún lugar, llegó una horrible voz, un alarido como un lamento de cientos de personas, amplificado por las reverberaciones del eco en las montañas. El terror atenazó a los pasajeros, que cerraron completamente las ventanas, y continuaron el viaje sin poder parar de temblar.
Un estadounidense me contó que esto sucedía habitualmente durante esa época.