«Furusato» («Terruño») es probablemente el poema más famoso de Murō Saisei (1889-1962). Está incluído en su segunda colección poética Jojō shōkyokushū (Pequeños poemas líricos), publicada en 1918 con un prólogo del famoso poeta Kitahara Hakushū (1885-1942), que le sirvió de mentor.
El terruño está para recordarlo desde lejos
y componer canciones tristes.
Incluso
hundido en la miseria, mendigo en tierra extraña,
uno no debería volver.
En la capital, al anochecer,
recordamos el terruño entre lágrimas.
Sin olvidar este sentimiento
quiero volver a la lejana capital.
Quiero volver a la lejana capital.
Furusato wa tooki ni arite omou mono
soshite kanashiku utau mono.
Yoshi ya
uraburete ido no kojiki to naru totemo
kaeru tokoro ni arumaji ya.
Hitori miyako no yūgure ni
furusato omoi namidagumu
sono kokoro mote
tooki miyako ni kaerabaya
tooki miyako ni kaerabaya.
Puesto que de este poema se citan a menudo los dos primeros versos sueltos, mucha gente lo interpreta como un poema de nostalgia sincera por la tierra natal. Si se lee el poema entero, sin embargo, el significado es muy distinto. La voz poética, «hundido en la miseria, mendigo en tierra extraña», regresa al pueblo natal que tanto añoraba sólo para darse cuenta que su idealización era una fantasía y comprende que no debería haber vuelto. Antes de que la realidad destruya su imagen idealizada, prefiere marcharse a la capital, dónde podrá regodearse en la nostalgia, aún sabiendo que su terruño imaginado no existe. Los dos primeros versos, pues, nos recuerdan que la idea del «terruño» sólo tiene sentido en las «canciones (o poemas) tristes» que componemos para sobreponernos a la miseria de la vida en la capital.