Un poema de amor de Mibu no Tadamine (siglo X):
ariake no
tsurenaku mieshi
wakare yori
akatsuki bakari
uki mono wa nashi
La luna de la mañana
se veía tan fría
cuando nos dijimos adiós; desde entonces
nada me duele más que
la luna al amanecer.
Los meses del calendario lunar se parecen mucho más entre sí que los del calendario solar actual. A principios de mes la luna es siempre un tajo finito. A mediados se vuelve luna llena. Hacia el final del mes sale más tarde y permanece visible durante parte de la mañana.
Antes las vidas de los amantes también eran un poco más regulares. De acuerdo a la antigua costumbre por la que es el hombre quien visita a la mujer durante la noche, el atardecer traía anticipación y el amanecer despedidas.
Por eso, los poemas que los amantes intercambiaban se parecían también. Este poema de Mibu no Tadamine parece encajar perfectamente en estas rutinas: «Las mañanas se me hacen insoportables desde que me recuerdan el momento en que nuestros encuentros terminan».
Es posible leerlo también de otra manera, en la que la frialdad no es la de la luna sino la de la amante que se niega a aceptar la visita del poeta. Luego de insistir toda la noche, hacia el amanecer Tadamine se retira derrotado y resentido. O quizás aún esperanzado, y este poema es parte de un renovado esfuerzo de seducción.
Ariake, la luna de la mañana, aparece también en el poema n. 21 de Hyakunin isshu.
Muy acertado todo cuanto se afirma. A mí me vinieron a la mente las «albadas» y su lamento de una voz femenina por la separación de los amantes…
Quise decir las «albas» de la lírica tradicional y no ls «albadas», que eran y son cantos nupciales. Perdón por el error.