Paprika

Paprika (Atalanta, 2011)

Aunque ya analizábamos en otro post las características de los relatos de Tsutsui Yasutaka, no sería justo considerar Paprika, su única novela traducida al español y una de las más populares del escritor tanto dentro como fuera de Japón, como un ‘relato largo’. Quien busque en ella repetir la experiencia hilarante y cínica de sus cuentos anda advertido, puesto que en Paprika Tsutsui nos muestra una faceta distinta a la que exhibe como relatista, más profunda, estructurada y, en definitiva, corpórea. Hay sin lugar a dudas marcas de la casa en sus páginas, incluso en el esqueleto de la trama (la deriva en espiral de locura de un punto de normalidad hasta la demencia compartida), pero la sensación en la lectura es más pesada y trabajada, como suele suceder con las novelas, y con ella Tsutsui demuestra al lector su capacidad a la hora de producir historias más complejas y su habilidad para hacerlas crecer y florecer a tempo.

Paprika es la historia de una psicoterapeuta con un desdoble de personalidad que trabaja en un centro psiquiátrico en el que se ha desarrollado recientemente una tecnología que permite a los médicos acceder a los sueños de sus pacientes, con el fin de curar trastornos mentales tales como la esquizofrenia. Tras el robo de estos aparatos por un partido de doctores contrario a su aplicación, se inicia una carrera por atrapar a los culpables mientras las realidades onírica y consciente se mezclan y derrumban a cada paso.

En Paprika  se combina el género policíaco y la intriga empresarial con una serie de reflexiones sobre la moralidad y los límites de la ciencia. Tsutsui, que de joven se especializó en psicoanálisis, exhibe en esta novela sus doctos conocimientos, hasta el punto que hay pasajes difíciles de masticar para los profanos de las ideas de Jung y compañía. Por suerte para todos, la edición de Atalanta cuenta con unas notas a pie de página que sirven de guía superficial para los detalles más inaccesibles.

Paprika, publicada originalmente en 1993, dio el salto a la gran pantalla en 2006 de mano del director de animación Satoshi Kon, que hace un muy digno papel adaptando una novela que por otra parte es visualmente muy sugestiva.