En conmemoración del 75 aniversario de su muerte, esta semana os traemos tres poemas tanka de Yosano Akiko (1878-1942), extraídos de su célebre colección Midaregami (Cabellera enmarañada, 1901).
Apretándome los pechos
abro con el pie
la cortina del misterio.
Esa flor,
¡qué roja y qué oscura!
Chibusa osae,
shinpi no tobari wo
soto kerinu.
Koko naru hana no
kurenai zo, koki.
El agua pura de mis pechos
se derrama
y se vuelve barro.
Tú eres hijo del pecado.
Yo soy hija del pecado.
Mune no shimizu
afurete tsui ni
nigorikeri.
Kimi mo tsumi no ko.
Ware mo tsumi no ko.
Bajo la piel suave
un torrente de sangre ardiente
que intentas ni rozar.
¿No te sientes solo
hablando de moral?
Yawahada no
atsuki chishio ni
fure mo mide.
Sabishikarazu ya,
michi o toku kimi?
Los poemas de Midaregami causaron sensación en el Japón de la época por su abierta sensualidad. En los modelos clásicos del género, el cuerpo femenino se describía principalmente a partir de la ropa o, como mucho, los cabellos. Yosano Akiko, con el atrevimiento y sinceridad de una poeta de poco más de veinte años, demostró que se podía escribir tanka usando todo el cuerpo, y describiendo de manera honesta el deseo y las contradicciones de la juventud.