Hoy se cumplen 75 años de la muerte de Yosano Akiko (1878-1942), una de las innovadoras más importantes de la poesía japonesa del s. XX.
Nacida con el nombre de Hō Shō en el seno de una familia comercial de Sakai (Osaka), Akiko no recibió más que la educación obligatoria pero fue capaz de formarse a sí misma en las bases de la poesía clásica japonesa. Después de haber publicado algunas obras en revistas de Osaka, en agosto de 1900 conoció al también poeta Yosano Tekkan (1873-1935), con quien se casaría al año siguiente pese a la oposición de su familia. Junto con Tekkan editaría la revista Myōjō (1900-1908), donde participarían las voces renovadoras más importantes de su generación.
De entre sus muchas colecciones de tanka (poema corto estructurado en 5-7-5-7-7 sílabas) la más famosa es Midaregami (Cabellera enmarañada, 1901), que provocó un gran revuelo por su celebración franca y desinhibida del cuerpo femenino. Combinando su gran habilidad con la lengua clásica y la potencia de sus imágenes, Akiko fue capaz de producir un estilo sorprendentemente nuevo sin dejar de respetar los más de mil años de tradición del género.
Celebrada como la nueva gran voz femenina de la poesía japonesa, Akiko publicó varias traducciones al japonés moderno de clásicos de la era Heian (s. VIII – s. XII), entre las que destaca su Shin’yaku Genji monogatari (Nueva traducción de Genji monogatari, primera versión: 1912-1914, segunda versión: 1938-1939), para la que escribiría incluso algunos poemas originales.
En castellano disponemos de una antología de sus poemas traducida por José María Bermejo y Teresa Herrero con el título Poeta de la pasión (Hiperión, 2007).