Natsume Sōseki, Misceláneas primaverales, Satori, 2013.
(«Yume jūya», 1908. «Eijitsu shōhin», 1909)
Traducción de Akira Sugiyama.
162 págs.
Satori Ediciones nos ofrece en este volumen dos colecciones de ficción breve del gran clásico del s. XX japonés, Natsume Sōseki (1867-1916).
La primera, «Los sueños de diez noches» («Yume jūya»), fue serializada en el periódico Asahi shinbun entre el 25 de julio y el 5 de agosto de 1908. La colección recopila diez sueños narrados en primera persona, que van desde lo fantástico hasta lo directamente terrorífico. La libertad absoluta del mundo onírico le permite a Sōseki explorar lo sobrenatural, en breves relatos atmosféricos que recuerdan a veces a sus contemporáneos Izumi Kyōka (1873-1936) o Lafcadio Hearn (1850-1904).
En algunos de estos sueños, Sōseki parece experimentar con la ficción histórica, situándolos en varios momentos del Japón pre-moderno. En otros, se trata más bien de un esfuerzo por representar ciertas angustias existenciales, como en el tercero, en el que el narrador carga con un niño ciego, o el séptimo, en el que se encuentra en un barco que avanza a gran velocidad hacia un destino desconocido.
Todos, eso sí, resultan impactantes y memorables, y dejan la sensación de que siempre queda algo oscuro e inexplicable detrás de cada imagen. «Soñé este sueño» («Konna yume o mita»), la frase que abre cuatro de los primeros cinco cuentos, es tan icónica que el famoso director Kurosawa Akira la usó en su propia colección de sueños en forma de película Yume (Sueños, 1990).
La otra colección, «Misceláneas primaverales» («Eijitsu shōhin»), consta de veinticinco viñetas publicadas en el Asahi entre el 14 de enero y el 14 de marzo de 1909.
La mayoría retratan escenas cotidianas de la vida familiar del autor, protagonizadas a menudo por su esposa o alguno de sus siete hijos. «El día de Año Nuevo», por ejemplo, nos permite hacernos una idea de cómo eran las reuniones periódicas que Sōseki tenía con otros autores en su casa. «El ladrón», «La tumba del gato» o «La procesión», entre otros, narran con un tono agridulce pero nunca falto de humor varios episodios centrados en la familia del escritor.
También son interesantes las piezas basadas en recuerdos de sus estudios en el Reino Unido a principios del 1900. «La casa de huéspedes», «El olor del pasado», «En el pasado» o «El profesor Craig» describen varios encuentros y paisajes en las Islas Británicas. Comparados con las cartas desde Londres que había publicado en la revista Hototogisu en 1901, estos textos muestran a un Sōseki más nostálgico y reposado, pero con la misma agudeza para captar las tragedias que esconde lo cotidiano.
Los textos más interesantes de «Misceláneas primaverales» son sin duda fragmentos experimentales como «Un cálido sueño», «Impresiones», «El incendio», «La neblina» o «El corazón». Aquí es donde el autor se deja llevar más por la fantasía, en ocasiones cercana incluso a «Los sueños de diez noches». También es donde es formalmente más arriesgado, tanteando nuevas maneras de jugar con el punto de vista y la lógica narrativa. Sirva de ejemplo el principio de «Un cálido sueño»: «El viento azotaba los altos edificios y, al no poder salir de frente, daba un giro brusco y pasaba sobre mi cabeza para caer en diagonal sobre la acera.» Momentos como éste, de narración escorzada, casi cinematográfica, demuestran que Sōseki compartía un ansia experimental no muy lejana a la de las vanguardias internacionales que le eran contemporáneas.
Misceláneas primaverales es un volumen muy recomendable para ver en sus momentos más libres y atrevidos a Sōseki, el padre indiscutible de la novela japonesa moderna.