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El cielo es azul, la tierra blanca. Una historia de amor

Hiromi Kawakami, El cielo es azul, la tierra blanca. Una historia de amor. Acantilado, 2009.
(Sensei no kaban, 2001)
Traducción de Marina Bornas Montaña.

El título japonés de Sensei no kaban («El maletín del maestro») ha quedado traducido al español mediante el nada sintético título de El cielo es azul, la tierra blanca. Una historia de amor. La traducción busca colocar en el mercado una novela de madurez de la autora Hiromi Kawakami, escritora popular en Japón y ganadora del Akutagawa y el Tanizaki.

Kawakami quiere contarnos una historia de nuestro tiempo, aunque los personajes no sean prototipos de nada, ni representantes de ninguna mayoría social: Tsukiko es una office lady, empleada en cualquiera de las empresas japonesas de tamaño medio, que cumple puntualmente con su trabajo. El resto del tiempo concedido por su soltería a los 40 lo dedica a compartir cerveza y (grandes cantidades de) sake con el «maestro». Como su nombre indica, enseñó a Tsukiko en el instituto y, debido a las casualidades que las izakaya suelen favorecer, la protagonista lo reencuentra al azar en una de ellas. Desde aquella noche, irregular pero frecuentemente se encontrarán ambos sujetos de la vida nocturna y urbana japonesa, se emborracharán (hasta el delirio onírico, en una ocasión) y, como vaticina el subtítulo de la traducción española, se enamorarán. Es una relación difícil, por supuesto. El maestro fue abandonado hace años por su esposa, que reencontró su esencia bohemia de artista itinerante transcurridos unos años después del matrimonio, y Tsukiko no sabe lo que es el amor, según nos confiesa. A su edad, tampoco espera encontrarlo. Y he aquí el potencial identificador que Kawakami sabe encriptar en su historia: esta novela va dirigida a todos aquellos que desconocen el amor porque, en realidad, no creen en él, ni piensan hacerlo. Toda la novela rezuma un desencanto sentimental que explica la recurrencia al alcohol como forma de vigorizar esta gris existencia.

El cielo es azul

A partir de aquí, Kawakami sabe tejer una trama con las pulsaciones bien medidas para que no caigamos en la desesperación que suscita la impavidez de su protagonista: Tsukiko, sencillamente, es una sosa. Trabaja -no nos cuenta en qué, probablemente ni a ella le importa-, limpia su casa, se baña, compra ropa, lee algún libro o revista, y bebe, incluso sola. Ésa es su vida de soltera de oro y, sin embargo, en su mediocridad radica su encanto: es totalmente honesta y transparente, con los demás y consigo misma, y porta su medianía con dignidad. Sin embargo, con tal protagonista le resulta difícil al lector mantener la atención. Pero la autora es una experta en el arte de narrar, y contrapesa su ingravidez con la veteranía del maestro: conoce poemas, hace comentarios interesantes, sabe elegir lo mejor del menú, manifiesta un carácter abierto y, además, exhibe una cierta picardía que anima en ocasiones con algo de aventura al argumento. Este peculiar binomio de japoneses medios, mediocres en ocasiones, permite a Kawakami reflejar un estado anímico endémico en nuestro tiempo: la fugacidad, o la volatilidad, o la incerteza, del amor. Con otras tramas muy diferentes, Haruki Murakami también ha sabido sacar rédito de esta temática, pero en el fondo ambos cuentan la inasibilidad de la expresión amorosa en sociedades individualistas. Además, el escurridizo (a veces, inidentificable) amor que siente Tsukiko por el maestro nos habla de un sorprendente giro acaecido en la psique colectiva con respecto a los argumentos de las principales novelas realistas decimonónicas. Si Ana Ozores, en La Regenta, o Madame Bovary, en la obra magna de Flaubert, se rebelan en su intimidad contra la relación paternalista que les dispensaban sus maridos, cuidadores más que amantes, padres más que esposos, esta vez la protagonista Tsukiko, creada por Kawakami, da voz al perfil social (¿o debería decir psicológico?) de una mujer derrotada por la ansiedad de independencia en el siglo XXI, y que regresa al paternalismo que angustiaba a sus predecesoras decimonónicas. En el fondo, tras el deseo de Tsukiko hacia la veteranía del maestro, y en su rechazo a otros pretendientes de su edad con los que se va encontrando en la historia, se halla una inclinación a la dependencia, un retorno a la tranquilidad marital, quizá sin hijos, sí, pero despojada de la angustia de la soledad. El amor de Tsukiko es una búsqueda de seguridad, y tal búsqueda sólo se torna necesaria en una sociedad cuya maquinaria exige en sus miembros un hiperinvidualismo tal que la vida independiente y solitaria, aunque tolerada, provoca una inquietud de raíces muy profundas.

De esta manera, la obra El cielo es azul, la tierra blanca acoge ésta y otras reflexiones a lo largo de su tranquilo recorrido. Con ella, la autora se desmarca de un gran número de historias de amor y logra imprimir su sello peculiar a una trama simple, pero elocuente. Es una muestra más del intento por entender alguna de las interminables contradicciones de nuestro tiempo.

Acerca de Benito Elías García-Valero

Profesor Contratado Doctor en el Departamento de Filología Española, Lingüística General y Teoría de la Literatura de la Universidad de Alicante.

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Esta entrada fue publicada en abril 9, 2015 por en Reseñas y etiquetada con , , , .

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