Kappa Bunko: Literatura japonesa

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Diálogo sobre Murakami Haruki (2)

Aquí tenéis la segunda parte de nuestro mini-taidan sobre Murakami Haruki. La primera parte apareció publicada ayer.

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Murakami Haruki (Kioto, 1949)

Murakami Haruki (Kioto, 1949)

Jordi Serrano (J): Al hilo de lo que comentamos, leyendo estos relatos me ha parecido que hay más paridad entre referencias culturales originalmente occidentales y referencias japonesas, principalmente lugares en Tokio y en Japón. Se ha criticado a Murakami desde dentro y desde fuera de Japón por un uso que algunos consideraban abusivo de estos elementos occidentales, ya sea cultura popular como referencias más ‘cultas’ (aunque esta nomenclatura empiece a soltar tufillo, tan mezcladas están ya la baja y la alta cultura). En mi opinión no creo que exista un abuso, de hecho, las referencias culturales que cita Murakami en sus obras se pueden encontrar en Japón (los japoneses leen Dostoievski y beben whisky, de hecho, el mejor whisky blended malt del 2014 fue japonés). ¿Qué opinas al respecto? Y, ¿crees que seguirán sorprendiendo este uso de lo «extranjero» en un contexto japonés, o nos acabaremos todos por acostumbrar al final?

Benito Elías (B): Ese gusto por lo extranjero puede ser otro motivo del éxito de Murakami en Japón, y probablemente él sea muy consciente de ello. Buena parte de los japoneses disfrutan consumiendo productos occidentales, y un autor que es japonés y habla sobre japoneses pero incluye referencias culturales de Occidente con tanta prodigalidad satisface ese deseo. Hay algo de «exotismo occidental» en Murakami que atrae. Por otro lado, las críticas que acusan a Murakami de emplear elementos occidentales ignoran la plena libertad creadora de todo autor. Quizá preferimos encontrar un escritor más japonés o más occidental en Murakami, pero lo impropio es achacarle qué tipo de referencias emplea, en lugar de centrar los análisis en su forma de construir mundos, emplear el lenguaje o configurar sus personajes. No sé si podrían tildar de «nacionalistas» esas críticas (cuando salen desde Japón) o de «exoticistas» (cuando salen de Occidente, que aún busca en la literatura japonesa motivos tradicionales con los que asombrase). No sé si nos acabaremos de acostumbrar, pero sí deberíamos tolerar cada vez más la libertad de los autores para tomar motivos de la cultura que deseen.
Pasando ahora a otras cuestiones, me gustaría preguntarte sobre otro tema diferente. En la literatura de Murakami suelen aparecer frases de calado filosófico, frases que condensan vivencias humanas y contienen pequeñas reflexiones para nuestro día a día. En Hombres sin mujeres aparecen unas cuantas, y en mi reseña señalo algunas, como «Todos damos un rodeo sin fin». Algunos piensan que son formas de crear en el lector la sensación de que está aprendiendo datos útiles sobre su vida, o máximas y sentencias que sirven para todos. Incluso se ha estudiado a Murakami como una forma de literatura de autoayuda. ¿Qué piensas acerca de esta cuestión? ¿Crees que ello compromete la calidad literaria de la obra de Murakami mediante el recurso a una filosofía light?

J: Creo que la literatura de Murakami, como toda buena literatura, tiene un componente didáctico indispensable. La literatura nos debe servir en parte para reflexionar sobre nuestra identidad y nuestra relación con el exterior, por lo que no me parece mal per se que Murakami quiera que su literatura tenga un sentido o un uso, porque tampoco lo fuerza ni lo hace de forma condescendiente, a pesar de las frases lapidarias que de vez en cuando deja caer (otra vuelta de tuerca sugeriría leer estas frases como una referencia irónica a su existencia en la cultura popular contemporánea, pero creo que sería rizar el rizo). La literatura de autoayuda tiene mala fama, principalmente porque está mal entendida e interpretada. Su propia existencia es casi un oxímoron, puesto que a mi entender toda literatura ayuda al que la lee. Hay todavía un resentimiento rancio por parte de según qué círculos intelectuales que consideran que el sentido sólo puede alcanzarse desenmarañando la más enredada raíz rizomática, como si la complicación sea un valor en sí mismo. Por la misma razón debemos distanciarnos de considerar la sencillez estilística (como la de Murakami) como esencialmente positivo. Creo que como investigadores debemos analizar a Murakami y su obra tal y como es, alejándonos de criterios de valor condicionados por prejuicios hacia «lo fácil» o «lo difícil». Es en esos momentos en los que hay que poner por delante la faceta de lector: ¿resuena el mensaje de Murakami con uno mismo? Si es así, hay que jugo que exprimir.

B: Muy interesante. Creo que sintetizas bien una de las actitudes más frecuentes a la hora de simpatizar con la obra de Murakami. Por otra parte, saca a colación algunas problemáticas acerca de la definición de literatura, pues si la consideramos como una mera transmisión de mensajes, estamos comparándola con otro tipo de lenguajes no literarios que pueden ayudarnos en un momento determinado, como pudiera ser una consulta psicológica on-line. Algunos piensan que la literatura ha de tener además un componente estético relevante para poder ser considerada como tal, y ése es el sector que generalmente dirige sus críticas contra Murakami. Aunque, es cierto, estilísticamente no resulta muy elaborado ni artístico, creo que esas críticas obvian el potente poder imaginativo de las ficciones que Murakami despliega en su recreación de mundos. Pero esto creo que es otra discusión que se sale de este autor en particular y llega a lo literario en general, de manera que si te parece, podemos dar por acabado este pequeño taidan.

J: Estoy de acuerdo. Ha sido un placer debatir contigo, Benito, espero que podamos repetirlo pronto.

 

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Esta entrada fue publicada en marzo 19, 2015 por en Diálogos y etiquetada con , .

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