Seguimos con la serie de poemas de Tawara Machi “Kaze ni naru” (“Ser viento”), de su colección Sarada kinenbi (El aniversario de la ensalada, 1987).
Camino a tu lado
flotando
por calles de primavera.
En tardes como esta
quiero que me vea todo el mundo.
Fuuwari to
narande aruku
haru no michi
dare kara mo
miraretai yō na gogo.
***
No me tiro de cabeza
sin mirar primero.
¿Mirar qué?
Voy por la vida
deslizándome.
Miru mae ni
tobazu nani o
miru no ka mo
wakarazu keredo
tsurutsuru ikiru.
***
Sin mirarme,
cierras los ojos
y hundes el rostro
en tu jarra de cerveza.
¿De qué tienes sed?
Me o tojite
jokki ni kao o
umeru kimi
ware o mizu kimi
nan no kawaki zo.
Los tres poemas siguientes de la serie tienen una curiosa conexión a través de la mirada. No es raro mirar para asegurarse que no hay peligro y que uno se puede «tirar de cabeza», como dice el segundo poema. Lo que resulta más interesante es cómo las miradas pueden tener tanto poder para reafirmar la propia existencia de aquello a lo que miran.
Pasear juntos de la mano parece más real cuando nos vemos reflejados en los ojos de otros transeúntes. Sus miradas nos confirman que sí, que después de tantas dudas y desencuentros, realmente existimos como pareja en sus retinas.
Claro que el poder de la mirada también se puede volver doloroso, cuando se nos niega y nos priva de esa confirmación de que existimos en el reconocimiento del otro.
Puede parecer ridículo, pero es posible tener celos de una jarra de cerveza. Si no es de mí… «¿de qué tienes sed?»