Hoy presentamos el poema «Hebi» («Serpiente») de Murō Saisei (1889-1962), extraído de su segunda colección Jojō shōkyokushū (Pequeñas piezas líricas, 1918).
La mente que mira una serpiente, se vuelve una serpiente
Una serpiente afilada de plata
Una serpiente que huele a pozos profundos
Emponzoñados por pálidas flores de dokudami
Cuando pienso en ti tus dedos
Se vuelven serpientes que se arrastran zigzagueando.
Hebi o nagamuru kokoro hebi ni naru
gin-iro no surudoki hebi ni naru
dokudami no hana aojiroku
kusaretaru fukii no nioi hebi ni naru
kimi o omoeba kimi ga yubi
suru suru suru to hebi ni naru
Éste es uno de esos poemas que quedan en la memoria por lo potente de sus imágenes y lo misterioso de su significado. Un poema difícil de descifrar, pero que cuesta quitarse de la mente, como cuesta dejar de mirar a esa enigmática serpiente que nos observa a nosotros.
¿Y quién es ese «tú» del penúltimo verso? ¿Era la serpiente del principio una metáfora de «tu» cuerpo? ¿O es que después de quedar hechizados por la serpiente, hasta la imagen de la persona que más adoramos tiene algo de ominoso? El poema deja todas estas preguntas en el aire, pero su sonido hipnótico nos persigue después de leerlo, como la serpiente, suru suru suru, zigzagueando entre susurros.