Yumeno Kyūsaku fue el seudónimo más conocido de los muchos que usó Sugiyama Naoki (1889-1936) para publicar sus obras. Su padre fue Sugiyama Shigemaru (1864-1935), activista político del grupo nacionalista Gen’yōsha, un misterioso colectivo que puede haber estado destrás del asesinato de la Emperatriz Myeongseong de Corea en 1895.
Debido a que su padre estaba a menudo ausente, Yumeno recibió su educación básicamente de su abuelo, Sugiyama Saburōbei (1832-1903), que le hizo estudiar teatro Nō desde los dos años. Una vez completada la educación obligatoria en su Fukuoka natal, Yumeno se mudó a Tokyo, primero para hacer un año de servicio militar y luego para estudiar en la prestigiosa Universidad de Keiō. Sin embargo, sólo pasaría dos años en la universidad, antes de abandonar la carrera y dedicarse a vagar por el país durante varios años. Antes de volver definitivamente a Fukuoka, Yumeno hizo de monje zen, profesor de Nō, trabajador de temporada y periodista.
En 1919 empezó a trabajar para el periódico local Kyūshū nippō, para el que escribió más de un centenar de cuentos infantiles fantásticos. En 1926 su historia «Ayakashi no tsuzumi» («El tambor del espíritu») quedó segunda en un concurso de la revista Shin seinen, una de las publicaciones clave en el desarrollo de la literatura de misterio japonesa en los años veinte y treinta. Yumeno publicaría en ella sus historias más famosas, que recogería posteriormente en varias antologías como Binzume jigoku (El infierno en una botella, 1933) o Shōjo jigoku (El infierno de las chicas, 1936).
Hoy en día, la obra más leída de Yumeno es la novela Dogura magura (1935), una combinación de misterio médico y paranormal. El texto se presenta como un informe psiquiátrico sobre un paciente del hospital de la Universidad de Kyushu que explora una enfermedad genética que persigue a su familia. La obra tuvo una circulación my reducida cuando se publicó, pero se convirtió en un clásico de culto en los años sesenta.
En sus historias, Yumeno es particularmente aficionado a usar el formato epistolar. Sus narradores son a menudo personas al borde de la locura o que se encuentran en situaciones límite, perseguidas por maldiciones pasadas genéticamente de generación en generación. Leyéndolas, uno no sabe nunca hasta qué punto fiarse de que estos narradores estén contando la verdad. Siempre queda la sospecha de que exista una historia aún más terrible que sólo se intuye entre las rendijas de la narración. La obra de Yumeno Kyūsaku es extravagante y grotesca, una ventana única al lado oscuro del Japón de preguerra.