En 1987, una colección de poemas tanka se convirtió en un bestseller inesperado en Japón: Sarada kinenbi (El aniversario de la ensalada) de Tawara Machi. Tawara (Osaka, 1962), que era entonces una profesora de instituto de apenas veinticinco años, había ganado el Premio Kadokawa de Tanka el año anterior con una secuencia titulada «Mañana de agosto», pero nadie se habría podido imaginar que su primera colección poética llegaría a vender dos millones ochocientas mil copias en apenas seis meses.
Es difícil saber exactamente por qué el libro de Tawara se convirtió en un superventas, pero es innegable que sus poemas tienen una frescura inusual, que combina con originalidad las formas tradicionales con una dicción moderna, tratando temas cotidianos y asequibles a cualquier lector contemporáneo.
Sarada kinenbi está compuesto de una quincena de series de tanka alrededor de un hilo argumental común. Son como pequeñas narrativas construidas con fragmentos de imágenes y sensaciones, que forman el retrato-mosaico poético de una relación amorosa, un viaje o un día de trabajo en el instituto.
A partir de hoy os traeremos, en grupos de tres, los poemas que forman la secuencia «Kaze ni naru» («Ser viento»).
«Ser viento»
La carta está
llena de amor.
El amor
de la fecha
que pone el matasellos.
Tegami ni wa
ai afuretari
sono ai wa
keshi’in no hi no
sono toki no ai.
***
Es acabar de escribir
y pegar el sello
a la carta,
y ya me pongo
a esperar tu respuesta.
Kakioete
kitte o hareba
tachimachi ni
henji o matte
toki nagaredasu.
***
Pintado del color
que indica el inicio
de la espera,
se hiergue también hoy
el buzón de correos.
Matsu koto no
hajimari shimesu
iro o shite
kyō mo chokuritsu
fudō no posuto.
Antes del email y los mensajes sms, para tener una comunicación privada no quedaba otro remedio que escribirse cartas y esperar días, o incluso semanas, a recibir una respuesta. El yo poético de esta serie pasa por todo el abanico de emociones de la espera, que empieza nada más «pegar el sello a la carta» antes de ir hacia el buzón.
Es curioso que la serie se abra con un poema de resonancia ligeramente amarga. La fecha del matasellos ancla la carta en el tiempo y puede que nos recuerde, en el futuro, que casi siempre la tinta dura más que el amor, por intenso que éste sea.
¿Es una premonición de que el amor que narra esta serie ya tiene fecha de caducidad? ¿O tendrá final feliz?
Habrá que seguir leyendo tanka de Tawara para averiguarlo…