Hoy os presentamos un poema de Saitō Mokichi (1882-1953), cuya primera colección Shakkō (Luces rojas) revolucionó con sus imágenes rompedoras el mundo de la poesía tanka cuando salió publicada en 1913. Conservando la forma e incluso la dicción tradicional del género, Mokichi logró crear efectos modernos e innovadores.
Además de como poeta, Mokichi es conocido por haber tratado como psiquiatra a escritores de la talla de Akutagawa Ryūnosuke (1892-1927) y Uno Kōji (1891-1961). Uno de sus hijos fue el novelista Kita Morio (1927-2011).
Pasé
un tomate
pudriéndose
y no caminé
mucho más allá.
Akanasu no
kusarete itaru
tokoro yori
iku hodo mo naki
ayumi narikeri.
Por mucho que Mokichi insistiera siempre que el poema no quiere decir más de lo que dice, la imagen del tomate pudriéndose llama poderosamente la atención. ¿Qué hace que la voz poética se detenga al poco de pasar por su lado? ¿Es el color vivo del tomate pudriéndose motivo de admiración o de alarma? ¿Causa impresión en la voz poética porque le parece una imagen hermosa o el símbolo ominoso de algo más que se está pudriendo (¿dentro de la voz poética?)?
Aunque ahora se usa la palabra inglesa tomato, «akanasu» («berenjena roja») es uno de los nombres que se usaba para designar a los tomates cuando se empezaron a importar en Japón durante la era Edo (1603-1868). También se llamaban tōshi («kaki de China»). En 1913, el tomate era todavía una fruta relativamente exótica para los japoneses.